Aparcamientos regulados (parquímetros). ¿Estrategia de movilidad o negocio?
A finales del mes de mayo, los trabajadores de SAGULPA, la sociedad municipal que gestiona las zonas azules y verdes de Las Palmas de Gran Canaria se pusieron en huelga. Se trataba, según pusieron de manifiesto en la prensa local, de reivindicaciones fundamentalmente salariales, así se plantearon las siguientes reivindicaciones. Pasar de 3 días de asuntos propios a seis días, la reposición de ayudas médicas y de ayudas escolares, aumento de salarios en un 1%, para los empleados en general, para los de categoría más baja, que se eliminara ésta y se procediera a un incremento de su salario del 10% el primer año y del 5% en el segundo. Reducir la jornada a 37,5 horas semanales.
Pero al margen de estas reivindicaciones laborales, algunas de las cuales chocaban con la normativa vigente sobre incrementos salariales del personal público y que culminaron, en lo que respecto a la subida salarial se refiere, con un incremento general del 1% y la cobertura de parte de lo demandado respecto a la subida salarial, mediante la creación de un nuevo complemento sustitutivo de otro anterior. Esto nos ha sorprendido, aparte de esta fórmula, creada para saltarse la normativa sobre incrementos salariales en el sector público, es la operativa del complemento que ahora se sustituye y que convierte en prácticamente fijo el complemento salarial hasta entonces vigente que era de carácter variable.
La cuestión que sorprende es que el nuevo complemento variable consistía en premiar a los controladores de zona que más sanciones imponían a los ciudadanos. Esta información no trascendió en los primeros momentos de la huelga, sino prácticamente al final, cuando el acuerdo con los representantes de los trabajadores había sido concluido. Al margen de la reivindicación laboral, lo que sorprende es el ánimo por recaudar que tienen las corporaciones locales, y lo que trasciende es que, finalmente, estas sociedades públicas de gestión se convierten, simple y llanamente, en sociedades cuyo objetivo es maximizar beneficios, algo que poco tiene que ver con el objetivo superior de favorecer la gestión del tráfico en nuestras ciudades. Bien al contrario, se busca este beneficio como el igualmente objetivo criticable de creación de múltiples puestos de gestión elegidos por el dedo político de turno y el mantenimiento de un consejo de administración conformado probablemente por cargos políticos o de confianza que poco tienen que ver igualmente con el objetivo que deberían guiar estas empresas.
Desde nuestro punto de vista, aun es más llamativo destacar que durante los días que duró la huelga prácticamente todos los aparcamientos públicos en zona azul y verde eran gratuitos y no pasó absolutamente nada extraordinario. Ni la ciudad fue un caos para aparcar ni se generaron más problemas de los habituales.
Esta situación ya se había puesto de manifiesto en un periodo del mandato en la alcaldía de Jerónimo Saavedra, en la que se dejo el aparcamiento libre. La ciudad vivió con total normalidad esta circunstancia, con el solo hecho de que miles de ciudadanos se ahorraron tener que pagar este “impuesto”, con lo que se resuelve que en muchas ocasiones el argumento sobre la necesidad de regular el estacionamiento para ayudar a gestionar el tráfico en nuestras ciudades solo sirve para justificar lo injustificable.
RPC.